Mira todos queremos sentirnos bien y andamos "en busca de la felicidad", pero nos damos cuenta que hagamos lo que hagamos siempre hay situaciones, momentos, obstáculos, gente... que nuestra mente interpreta como dolorosas y nos sentimos mal y cuanto más queremos evitarlo peor nos sentimos y nuestra ansiedad aumenta y nuestro estrés aumenta. Y entonces buscamos filosofías y remedios que nos dicen que meditemos y respiremos profundamente y después de intentar hacer el silencio y relajarnos los pensamientos de nuevo nos devuelven a emociones que no deseamos sentir. Y entonces nos enganchamos a libros, frases, filosofías, psicólogos... para tratar de corregir esas emociones. Y cuanto más queremos corregirlas con más fuerza vuelven.
Y ese es precisamente el verdadero problema: intentar hacer el silencio, intentar relajarnos, intentar no pensar, intentar huir de los pensamientos y emociones negativas, intentar corregirlas. El día que contemplemos la felicidad de una manera amplia nos daremos cuenta que nada nos puede evitar los malos momentos. Y cuando decidimos no huir ni luchar contra esas emociones, cuando simplemente las observamos como si fueran el cartero que nos quiere dejar un mensaje, cuando estamos dispuestos a asumir que existen días buenos y otros no tan buenos, paradójicamente, los días malos comienzan a disolverse y los días buenos se hacen predominantes.
Cuando somos capaces de sentirnos cómodos en la dificultad, cuando pensamos que todo lo malo que nos pueda ocurrir sólo nos podrá hacer más fuertes, cuando aceptamos todas las fuerzas positivas y negativas del universo, nuestro mundo se vuelve más vivible y sólo entonces aparece la verdadera felicidad, la que tiene atención plena a todo lo que ocurre, la que no reacciona ante los acontecimientos sino que sintoniza con ellos para escuchar, para aprender y para serenamente emprender las acciones que corresponde llevar a cabo en cada caso.
Un saludo.
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